jueves, 19 de mayo de 2022

ANALISIS DEL MODELO DE LA CULTURAL STUDIES

Tomás R. Austin Millán

1998



Análisis crítico del Modelo de la Cultural Studies.

El modelo de la Cultural Studies (Estudios Culturales, o simplemente, culturalismo, dependiendo de cada autor) se ubica, en principio, como una crítica y revisión del postulado de la teoría marxista que trata a la cultura como parte de la superestructura ideología, siendo esta última un mero reflejo de la base económica[1], y que ha sido llamado “...el obsoleto modelo de base-superestructura del marxismo ‘ortodoxo’[2] 

Hay que hacer presente que Marx no usó el concepto de cultura, sino el de praxis, debido principalmente a que el concepto de cultura en su acepción antropológica -como la manera de ser de un pueblo o grupo humano determinado-- es una elaboración de Taylor en 1871, cuando la mayoría de la obra marxista estaba ya escrita.[3]  La acepción decimonónica de cultura es europea, fuertemente alemana, humanista y estética, como el producto de las más altas cualidades humanas y, por lo tanto, la otra cara de la idea del progreso[4]; mientras que la idea antropológica de cultura es más que nada el producto del desarrollo de la antropología anglosajona (cultural, norteamericana y social, británica). En cambio, el pensamiento alemán ha preferido fundamentalmente otros conceptos, ya sea el de praxis en Marx, o el de visión de mundo (waltanschaum), en otros pensadores más modernos, e incluso, el de sentido, en algunas corrientes actuales, como la del norteamericano C. Geertz.  De manera que el uso del concepto de cultura en un análisis medial por parte de una escuela británica, muestra la influencia de una tradición de pensamiento que se aparta de la teoría clásica marxista.

El enfoque de la cultural studies, al igual que la Teoría Gramsciana (en el que los media forman una parte importante), la Escuela de Frankfurt y la Teoría culturológica francesa, se apartan del determinismo económico con que había sido interpretado el pensamiento marxista, al incorporar a la cultura --como parte integrante de la superestructura ideológica-- en el análisis medial y de la vida cotidiana.  Como dice un autor, “Lo que diferencia esta escuela del enfoque marxista es el reconocimiento de un mayor grado de independencia de la ideología respecto de la base económica”[5] Otro autor agrega que: Los estudios culturales surgieron como una forma radical de investigación en contra del reduccionismo y el economicismo, en contra de la metáfora de base-superestructura, y en rechazo de la noción de falsa conciencia[6], es decir, como una forma de marxismo posmoderno de los 70s.   L. Grossberg, agrega por su parte: ...los autores de estudios culturales suelen, casi ritualmente, declararse diferentes de sus primos “reduccionistas”.[7]

Estudios Culturales es una corriente de estudios sociales fundamentalmente inglesa en sus inicios, y su impulso inicial se encuentra en la obra de Raymond Williams y Richard Hoggart --que a su vez se inspira en el legado de Leavis-- quienes se preocuparon, ante todo, de la reivindicación de la cultura popular (propia de la clase obrera británica) frente a la cultura dominante o de élite.  Este movimiento se producía en el contexto de una estructura de clase modelada por el capitalismo industrial y por un sistema cada vez más comercializado de producción, distribución y consumo cultural.  Pero no se trataba simplemente de la reivindicación de la cultura popular en sí misma.  Era un movimiento político de oposición, básicamente socialista, que consideraba la lucha cultural como parte de una lucha política más amplia cuyo objetivo era cambiar las relaciones sociales capitalistas en favor de la clase obrera.[8]  En consecuencia, los estudios culturales deban por sentada una estructura particular de dominación y subordinación, y consideraban que la suya era una tarea ideológica de legitimación y movilización.  En la medida que se fue desarrollando como modelo de estudios sociales, contribuyó a desplazar el análisis de las prácticas culturales dominantes o de élite, típicas del marxismo “ortodoxo”, hacia el análisis de las prácticas culturales populares.

Los estudios culturales británicos (...) comenzaron y se desarrollaron en la crítica a ciertas formas de reduccionismo y economicismo, (...) un enfrentamiento con el modelo de base y superestructura mediante el cual tanto el marxismo sofisticado como el vulgar habían intentado expresar la relación entre sociedad, economía y cultura.  (Los estudios culturales británicos) se constituyeron en una postura de prolongado y necesario enfrentamiento, aún no resuelto, con la cuestión de la falsa conciencia”[9]

Otro autor, que también cita a Stuart Hall, el principal exponente de la Cultural Studies, se refiere al enfoque de estudios culturales, diciendo que:

(...) se opone al papel residual y meramente reflejo que se asigna a lo “cultural”.  En sus diferentes formas, concibe la cultura entretejida con todas las prácticas sociales; y esas prácticas, a su vez, como forma común de la actividad humana... se opone a la formulación de la relación entre fuerzas ideales y materiales en términos de base y superestructura, sobre todo allí donde la base se define por la determinación de lo “económico” en un sentido simple cualquiera... Define la “cultura” al mismo tiempo como medio y valores que surgen en el seno de grupos sociales y clases distintas, sobre la base de sus condiciones y su relación histórica, a través de la cual “manipulan” e interpelan a las condiciones de existencia ...[10]

Según Garnham, ha habido dos líneas principales de desarrollo en la historia de los estudios culturales.  En primer lugar, el desarrollo del análisis de la textualidad ha complejizado el problema de la ideología.  Este análisis ha cuestionado los conceptos de verdad y falsedad, de intencionalidad e interpretación.  Ha planteado constantemente el problema de la relación entre las representaciones simbólicas y la acción social.  en segundo lugar, y de forma decisiva, se ha extendido los conceptos de dominación y subordinación: han dejado de plantearse sólo en términos de clase para referirse también a la raza y el género.[11]

Para los estudios culturales, el hecho de que la gente efectivamente use los pocos recursos que se le ofrecen para conseguir una mejor forma de vida, es significativo no solo en sí mismo, sino también para entender las estructuras de poder y de desigualdad en el mundo contemporáneo, y las posibilidades de desafiarlas. Los estudios culturales de hecho admiten que la gente vive su sometimiento activamente.  Esto significa, en un sentido, que a menudo es cómplice de su propio sometimiento y suscribe a él, aunque el poder suele funcionar a través de estrategias y aparatos de los que la gente no es consciente.  Como quiera que sea, los estudios culturales opinan que, si se quiere desafiar las estructuras de poder existentes, es necesario comprender cómo se construye y se vive esa complicidad, esa participación en el poder.  Para los cultores de los Estudios Culturales como teoría de la sociedad, esto significa que se debe investigar qué gana la gente con tales prácticas, y también las posibilidades de rearticularlas para escapar, resistir o incluso enfrentar ciertas estructuras de poder.[12]

La visión autonómica de la cultura

Usualmente se ha visto a la cultura como molde, patrón o pauta de comportamiento, es decir, como un conjunto de motivaciones intrapsíquicas (Freud) que proporcionan un modelo (pauta, o molde) al comportamiento humano, es decir, compeliendo hacia pautas de conducta colectivas predeterminadas.  A su vez, los contenidos de la cultura se forman históricamente, a partir de necesidades humanas y colectivas, cuya satisfacción o resolución es objetivada (Berger y Luckman).   La cultura es una fuerza poderosa en la determinación de la conducta humana, principalmente por la fuerza que le dan los valores (según la tradición funcionalista); solo recientemente se ha dicho que aparte de los valores culturales también la comunicación intersubjetiva forma parte del quehacer conductual, solo que ésta puede nacer de cualquier cosa que sea significativa para la mente humana (según la tradición fenomenológica, el Interaccionismo Simbólico y la hermenéutica).   

De manera que podemos entender a la cultura como una fuerza autónoma del quehacer colectivo, que, junto a las motivaciones intersubjetivas, históricamente formadas, están presentes y dando forma al quehacer de la sociedad. La sociedad moderna no escapa a la influencia de la cultura.

Consecuencia para los Media.

A partir de la descripción que se hace de la cultural studies como modelo, interpretamos que la cultura es mediadora en el profesional de los media, quien analiza y opina en los medios de comunicación de masas para interpretar los conflictos de los estratos de trabajadores, desde su realidad profesional históricamente construida, readecuando o colaborando en la tarea de reducir los conflictos sociales al estado culturalmente aceptado para la mayoría o para la cultura oficial. De esta manera podemos ver, según el modelo de la cultural studies, que la cultura estaría actuando autónomamente como mediadora sobre los conflictos sociales que surgen en el seno de la base económica, inhibiendo la posible formación de una conciencia de lucha en las masas proletarias (según la teoría marxista) y la opinión pública en general, impidiendo que se cumpla la profecía de Marx de que las contradicciones (conflictos) sociales deberían llevar a la formación de una conciencia de lucha que termine con la sociedad capitalista. 

           


 El futuro de la relación entre comunicación y cultura

Pareciera que este tipo de análisis sólo es posible en una sociedad en que existe una cultura dominante muy fuerte, como es el caso de la cultura de la sociedad británica de donde viene y donde, por lo mismo, existe la convicción de que hay escasas posibilidades de reformas sociales más radicales en el futuro, justamente por el poder de esa cultura.  Uno es llevado a pensar que resulta muy distinto el caso de una sociedad fuertemente dividida en torno a dos ideologías fuertes en equilibrio momentáneo como fue el caso, por ejemplo, de la sociedad chilena entre fines de la década de los 60 y hasta bien entrada la década de los 80; donde, por lo tanto, este modelo pierde gran parte de su poder de análisis.  Lo mismo puede pensarse en los casos de sociedades en tránsito desde sociedades tradicionales o de escaso desarrollo, hacia un modelo de desarrollo modernizante, donde tampoco hay establecida una cultura claramente dominante.  

De todos modos uno es llevado a pensar que la modelo de la cultural studies tiene el mérito de haber iniciado estudios serios y profundos de la estrecha relación existente entre la comunicación de masas y la cultura, si bien, al entrar en la década de los 90 los principales cultores del enfoque de los estudios culturales han emigrado hacia otros campos de investigación e interés.[13]   En particular, puede decirse que la cultural studies no permite clarificar la naturaleza de la falsa conciencia o reificación, de forma que los trabajadores estén conscientes del valor real, social, cultural y económico de su producto de trajo, y revelarse y cambiar la sociedad en que la falsa conciencia se produce, como era la intención original.  Sin embargo, a pesar de los intentos de sus cultores de forjar una teoría que superara esas falencias del análisis marxista, en el presente se hace acreedora de todas las principales críticas ontológicas y epistemológicas que se perfilan en la teoría marxista en general.

Lo que quedó atrás fue la influencia marxista del análisis en la cultural studies, pasado a llevar por “la caída de los muros”, a la vez que puede leerse como una de las muchas corrientes “revisionistas” que se dieron profusamente en Europa desde fines de los años 60 y hasta 1989.  No desconocemos que aún hay centros de estudio o investigadores aislados que continúan cultivando y desarrollando este modelo, como lo demustra la revista CAUSAS Y AZARES citada en este trabajo, pero uno es llevado a pensar que se trata de sectores que se niegan a avandonar, por diversas circunstancias, el modelo marxista de análisis, lo que la sociología de la sociología y de la ciencia llamarían algo así como la negativa a abandonar a un paradigma aceptado, al estilo de Kuhn.

El estudio de la relación entre la cultura y los medios de comunicación de masas sigue siendo un tema de interés para muchos investigadores de los proceso de comunicación, y desde varios ángulos y enfoques.  Para algunos es la relación entre la cultura de masas y las comunicaciones[14]; los efectos de la modernidad sobre la cultura de América Latina, en la que los media juegan un papel importante[15]; minorías, aculturación, sexualidad, etc.[16]

En definitiva, el modelo de la cultural studies podría ser considerado como algo así como obsoleto hoy día, pero el tema central de los estudios culturales, la relación entre los medios de comunicación masivos y la cultura, sigue estando vigente y planteando nuevos desafíos de investigación ante las nuevas dimensiones que  van adquiriendo tanto los medios masivos de comunicación como la cultura semi transicional y (¿semi?) moderna en que vivimos.

En busqueda de un nuevo modelo de análisis de los medios.

En la búsqueda de un nuevo modelo, más ajustado con los desarrollos de las ciencias sociales durante estas últimas décadas, resulta sumamente desafiante tratar de desarrollar un modelo que se ajuste a la teoría dada a conocer por Junger Habermas, que él mismo ha titulado como Teoría de la Acción Comunicativa, la que toma en cuenta la relación que hay entre la sociedad, la cultura y la personalidad, en sus aspectos más básicos y elementales, pero enmarcada en una visión comunicativa de la acción humana.  La teoría de la Acción Comunicativa viene así, a ser la moderna continuación, por lo menos hasta hoy, de las teorías que en los años 70 dieron orígen a la teoría de los Estudios Culturales y a su preocupación por los medios de comunicación de masas.

 NOTAS


[1] Hay que recordar que para la teoria marxista la base económica siempre determina a la superestructura ideológica.

[2] Nicholas Garnham, “Economía Política y Estudios culturales: ¿reconciliación o divorcio?”, en CAUSAS Y AZARES, Nº6, 1997, Bs. As.

[3]Al respecto, ver: Raimnod Williams, 1976, KEYWORDS, Fontana, Londres, entrada “Cultura"  Págs. 76-82; Traducido por Tomás Austin,  fotocopia;  G. N. Fischr, 1992, CAMPOS DE  INTERVENCION EN PSICOLOGIA SOCIAL, Narcea,  págs. 16  y ss.

[4] Ver, por ejemplo, Elke Dauk (Berlín) “Pseudocultura”, en  Revista Ideas de LA EPOCA, 21.10.1997. También hay que tener en cuenta que esta forma de concebir la cultura ignora o deja de lado que ésta también contiene aspectos ética y moralmente rechazados del ser humano, como robar, delatar, etc.

[5] Denis McQuail, INTRODUCCION A LA TEORÍA DE LA COMUNICACION DE MASAS, Paidos, 2ª Ed. 1987. pág. 96.

[6] Angela McRobbie, citada por N. Garnham, en CAUSAS Y AZARES, Nº6, 1997, Bs. As. pág. 33.

[7] Lawrence Grossberg, “Estudios culturales vs. economía política: ¿quién más está aburrido con este debate?”, en CAUSAS Y AZARES, Nº 6, 1997, pág. 47.

[8] La reivindicación de la cultura de la clase obrera era una estrategia para rescatar esta cultura y a los que la practicaban, de aquello que E.R. Thompson llamara “la inmensa condescendencia de la posteridad” y dotar a esta clase de la seguridad y energía necesaria para sostener sus propios valores --”la economía moral de la clase obrera”-- frente a los de la clase dominante.

[9] S. Hall, citado por N. Garnham, en CAUSAS Y AZARES, Nº6, 1997, Bs. As. pág. 33.

[10] Stuart Hall, citado por McQuail, op. cit, pág. 98.

[11] N. Garnham, citado, pág. 35.

[12] Lawrence Grossberg, “Estudios culturales vs. economía política: ¿quién más está aburrido con este debate?”, en CAUSAS Y AZARES, Nº 6, 1997, pág. 52 .

[13] Conversación personal del autor de estas líneas con Jorge Larraín, sociólogo chileno establecido en Inglaterra,  a su paso por Temúco, dos años atrás.

[14] Ver, por ejemplo, la entrevista de Faride Zerán a Jesús Martín-Barbero en LA EPOCA (“Sin Miedo a los Miedos”, 2.11.1997) donde el filósofo español se refiere extensamente a su preocupación por la relación entre la cultura popular y la comunicación.

[15] Varias publicaciones de Marín Hopenhayn y otros en  la línea de NI APOCALÍPTICOS NI INTEGRADOS, Cap. 2 Desencantados y triunfadores,  1. Las sorpresa de la cultura.

[16] En estudios recientes como en Jennings Bryant y Dolf Zillmann (compiladores), LOS EFECTOS DE LOS MEDIOS DE COMUNICACION, Paidos 1996.